EL ARCABUZ Y  EL MOSQUETE

21.05.2019

El arcabuz se cree que fue inventado alrededor del año 1450 en España o Alemania. En la Guerras Husitas que datan de 1420 o 1430 se empleó algún tipo de cañón portátil sin mecha muy rudimentario y por lo tanto no pueden adquirir este término. Lo que es un hecho es que ya en el siglo XVI el uso del arcabuz se había vuelto reglamentario en casi todos los campos de batalla euroasiáticos.

El libro de la Montería del Rey Alfonso XI nos cuenta que el día 1 de marzo de 1482 se hizo por primera vez uso de un arma de fuego de disparo con el sistema de llave. Las anotaciones indican que fue en Bornos (Cádiz), donde jinetes moros disparaban a españoles. 

Usado en combinación con la protección de picas, el arcabuz cambió la forma de hacer la guerra en Europa. En 1522 los españoles, con esta arma, destrozaron a los famosos cuadros de piqueros suizos en Bicoca.  Un ingeniero español incorporó a este arma un muelle de serpentín que permitía al mecanismo volver a su posición inicial, una modificación que convirtió a los arcabuces españoles en los más demandados de Europa.

Los arcabuces españoles, pensados para ser usados desde fortificaciones tenían un tamaño realmente notable incluso para su época. 

En 1521 se inventó en España el mosquete, al aplicarse un cañón rayado y una llave de serpentín perfeccionada al arcabuz. El cañón se fabricaba con tiras longitudinales de hierro forjado, soldadas sobre un mandril. Fue el Duque de Alba quien introdujo por primera vez el mosquete en las tropas de infantería. Surgió como evolución del arcabuz y su cañón mide hasta metro y medio. Era grande y pesado y se necesitaba una horquilla para apoyarlo si se quería apuntar de manera correcta. Debido a esto y a su menor precio, el arcabuz siguió usándose también durante el siglo XVII. Más tarde fue evolucionando a modelos más ligeros, que se impusieron definitivamente con el siglo XVIII. El mosquete usaba balas el doble de pesadas que el arcabuz, con el lógico aumento del poder de detención. Su alcance efectivo era de igual manera mayor. Solía dispararse a unos 50 metros, aunque en teoría su alcance eficaz rozaba los 100, frente a los 50 metros del arcabuz, que solía dispararse a 25 metros o menos.

La generalización de estas armas de fuego en el poder de combate de los Tercios, provocó el inexorable declive de las heroicas cargas de caballería y un giro copernicano en el planteamiento de la guerra. Todo un orden social se vio amenazado, apareciendo un nuevo tipo de combatiente, el infante, que sustituirá al menospreciado peón medieval.

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